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Alfarería (4): Informan Quintín y Máximo Almazán

23 febrero, 2010

 

Hemos entrevistado a Quintín y Máximo Almazán Romero para que nos complementasen y aclarasen algunas cuestiones. Así hemos conocido la existencia de una Sociedad de Alfareros para comprar productos comunes: alcohol, para realizar potes en cantidad (la mayor vez fueron 700.000 potes para la resina un año), pues había que hacerlos en tres meses.

            Aunque en algunos libros se dice lo contrario, no hubo vacío entre alfareros pues siempre hubo alguien en el alfar. Eulogio Mínguez y Celedonio Muñoz fueron los últimos de la “vieja hornada”, pero cuando falleció Celedonio ya habían retomado la rueda Máximo y Juan Almazán, y luego les siguió Honorio Soria.

            Cada familia seguía un itinerario tradicional. Los Mínguez iban a Guadalajara y otros Mínguez iban por la tierra del Burgo, y los Isla llegaban hasta Lerma. A Soria capital iban varios Mínguez. Iban Almazanes también -Santos, Vicente…- que vendían también vajilla por Soria y Almajano, y más allá. Los Manolito, igualmente Almazanes, llegaban hasta Montenegro de Cameros y al otro lado de Piqueras. Por Vinuesa, Cabrejas de Pinar iba el tío Leandro, que era Romero… Y los Almazán Romero recorrían la tierra del Burgo.

            La vez que más alfareros hubo -hasta 43 familias-, debió ser entre 1945 y 1950. Y llegó ha haber hasta una treintena de hornos. Ahora el único que hay es el de Máximo Almazán, que bien merecería por parte de la Junta de Castilla y León ser incluido como Bien de Interés Cultural.

            Siempre se ha usado zarabuja, la leña sólo se echaba en los inviernos con nevadas para calentar el horno y luego se proseguía con zarabuja. Y según las dimensiones del horno se tardaba más o menos horas en cocer los cacharros. Máximo Almazán se tiraba hasta cinco horas porque lo agrandó bastante. Cuando urgía había que deshornar rápido, “y a veces sucedía que terminabas a las diez de la noche y luego, a las tres de la mañana había que ir a quitar las tejas de encima que estaban hechas ascuas, y en cuanto les daba el aire se enfriaban rápido. El peligro que había era que se ventearan las piezas grandes, como los barreños, pues al llegar el aire frío de la madrugada y chocar con la pieza muy caliente podían abrirse”.

            En el término hay  cuatro o cinco sitios con arcilla, pero en realidad son tres tipos de arcilla. Hay una más roja en los Pinos Altos, está luego la del Calvario y la de Valdeosma; la del Camino de Andaluz es parecida a la de Valdeosma. Cada uno limpiaba su trozo y cogía su parte, y se formaban como una especie de cuevas o abrigos al aire libre, pero no túneles.

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